¿Qué enseñan
las colonias de vacaciones?
Ante el avance de la tecnología en el hogar y del
sedentarismo, las colonias enfrentan el desafío de fomentar el aprendizaje en valores,
el cuidado del cuerpo y el trabajo en equipo.
No es lo mismo
patear una pelota en un club que hacer el ademán de patear una pelota con la
Wii (una de las consolas de juegos más populares). Inevitablemente el verano
para los pibes se presta cada vez más para lo segundo. Según un informe de 2012
del Ministerio de Salud de La Nación el 54% de la población argentina es
sedentaria y podría llegar al 65% en 2016. Asimismo, en el Simposio de Cambio
de Conductas de la Serie Científica Latinoamérica, realizado en México en
noviembre del año pasado, se advirtió sobre los riesgos de estar mucho tiempo
sentado.
Para evitar que la
gran oferta tecnológica cope los hogares en vacaciones todavía existen las
colonias, algunas de las cuales desarrollan propuestas novedosas que pueden
convocar a los chicos tanto o más que los juegos estáticos frente al televisor.
Se trata de un espacio muy distinto al de la rutina deportiva escolar.
Predomina el color verde, la sensación de libertad y el juego. No hace falta
que suene ningún timbre porque todo el tiempo es recreo. El objetivo principal
es el movimiento del cuerpo a partir de la diversión. Lucila Piñeiro,
coordinadora de Colonia del Club de Empleados del Banco Francés, comenta:
"Cada vez hay más sedentarismo infantil y en la colonia detectamos año a
año más chicos obesos. Entonces, tratamos de que encuentren gusto por la
actividad física, que empiecen a sentir el disfrute por el movimiento".
"La idea es ir
a descubrir y experimentar cosas que no se reciben durante el año: es una
espacio de juego, de duda, de placer. Mientras las maestras de grado se
encargan de la lecto-escritura y las operaciones matemáticas, los profesores de
educación física deberíamos poder alfabetizar los cuerpos, enseñar el lenguaje
corporal", explica Juan Agustín Madueño, regente de Recreación de ISTLyR
(Instituto Superior de Tiempo Libre y Recreación). En este sentido, el verano
da la licencia para nuevas experiencias que, a veces, pueden redundar en la
elección de alguna actividad deportiva que tenga continuidad durante el año.
"Está bueno que los chicos experimenten dos o tres deportes y decante cuál
es el deseo genuino. Porque quizás el chico se entusiasma porque vio a Del
Potro, compra la raqueta y a los dos meses abandona. Antes de llegar a eso hay
que dialogar con ellos, inculcarles lo importante de tomar este tipo de
decisiones y hacerse responsables de ellas, y hacer de la experiencia algo
significativo", enfatiza Madueño.
Los especialistas
coinciden en que para "enganchar" a esta generación de niños más
"quietos" la clave es ofrecerles una propuesta atractiva: Que la
colonia no sea una extensión del esquema escolar, es decir que no predomine lo
estructurado y rutinario. Que cuente con espacios al aire libre, material para
hacer distintos deportes y un programa que brinde diferentes prácticas para
cada día. Y, sobre todo, que sea un lugar en el que los niños y preadolescentes
se sientan cuidados y motivados a aprender y pasarla bien. Román Barrós,
Psicólogo con posgrado en Psicología aplicada al Deporte y Profesor de
Educación Física, dice: "Un chico no tendría que sentir que está siendo
depositado en un lugar porque los viejos laburan y no les queda otra. Debería
sentir que hay un interés del adulto por que se divierta, por estar cuidado y
generar afecto".
Ahora bien, a la
colonia no se va a competir o a desarrollar un talento deportivo, se va a
jugar. Se trata de una iniciación que transita distintos niveles según la edad:
"De 4 a 5 años se lleva a cabo la iniciación al movimiento, de 6 a 8 se
plantean juegos pre-deportivos que tienen muchas menos reglas que el deporte
formal y están adaptados a las posibilidades de esos chicos. Esa adaptación la
van improvisando los profesores y las nuevas reglas obligan a los niños a
modificar el esquema de aprendizaje, a pensar cómo conviene jugar con esas
modificaciones y les despierta la creatividad, parte de lo que más adelante
será la táctica. De 9 a 10 años los juegos pueden contener más reglas y otras
complejidades, y de 11 a 13 se desarrollan los deportes tradicionales pero con
el material adaptado a la contextura física de los pibes que ya tienen noción
acerca de jugar en equipo y cumplir roles", detalla Barrós.
Superado el
calentamiento y una vez en la cancha, el deporte se convierte en la excusa para
esparcirse, socializar, aprender de compañerismo, entender de reglamentos e
incorporar los códigos del juego en equipo. "Además del movimiento vamos
incorporando hábitos de higiene, habilidades y destrezas. También fomentamos la
solidaridad, el respeto por las ideas de los demás y tratamos de que sean ellos
los que piensen, los que propongan, y se vayan manejando con cierta
independencia", completa Piñeiro.
Moverse, jugar,
hacer amigos, compartir, divertirse, expresarse, experimentar, elegir. Todo
esto
No es cuestión de
poner a competir la oferta tecnológica u otro tipo de actividades con el
deporte, sino de darle el espacio necesario a las prácticas que con el paso del
tiempo se convertirán en hábitos. Melina Asorey, Profesora y Licenciada en
Actividad Física y Deporte, jugadora federada de Hockey durante 18 años,
asegura: "El deporte me dio valores y el estilo de vida que llevo. Me
encanta seguir haciendo actividad física, salir a correr, andar en bicicleta,
hacer una vida sana. Ni loca me quedo en casa un día lindo. Eso me lo dio el
deporte. Se trata de crear un hábito y cuanto más chiquitos se los inculque,
mejor".
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